Petite Mamam es uno de esos títulos sobre los que apetece hablar cuando llegan los títulos de crédito, no solo porque su metraje de 72 minutos deja con ganas de más, sino porque uno tiene la sensación de que ha disfrutado de una autentica joyita del cine y no quiere dejar escapar ninguno de los detalles de un guion lleno de melancolía y fantasía, con algunos recovecos susceptibles de ser interpretados de diferentes maneras.
En el panorama cinematográfico actual Céline Sciamma es una las cineastas que mejor representa el cine de autor, con una filmografía hasta el momento casi perfecta de cinco largometrajes, todos ellos dotados de una gran sencillez y sensibilidad en los que se adentra en las inquietudes de la infancia y adolescencia, sus sentimientos, emociones, inquietudes y primeros escarceos románticos (con la excepción de Retrato de una mujer en llamas bastante más sofisticada y con un mayor despliegue de medios técnicos y artísticos).
Petite Mamam se presentó en la pasada edición del Festival de Berlín, y en nuestro país fue estrenada en la sección Perlas del Festival de San Sebastián, en donde ganó el premio del público a la mejor película de la sección. Céline Sciamma se ha convertido en una habitual del Zinemaldia y de esa sección, en donde se han integrado su tres últimas películas.
Céline Sciamma no solo es directora, también destaca en la faceta de guionista, demostrando mucho talento a la hora de escribir esas historias tan sencillas como brillantes, incluso para proyectos más externos como el de esa película de animación tan realista sobre el mundo de la infancia titulada La vida de calabacín y que es otro título también muy jugoso para esta cita semanal que tenemos los proyectistas.
¿Por qué elegí esta película?
Petite Mamam es uno de esos títulos sobre los que apetece hablar cuando llegan los títulos de crédito, no solo porque su metraje de 72 minutos deja con ganas de más, sino porque uno tiene la sensación de que ha disfrutado de una autentica joyita del cine y no quiere dejar escapar ninguno de los detalles de un guion lleno de melancolía y fantasía, con algunos recovecos susceptibles de ser interpretados de diferentes maneras. Además ¿todo es tan sencillo como parece ser en esta forma tan minimalista y efectiva de hacer cine, o simplemente es el resultado de una forma privilegiada de saber como llevar a la pantalla unas historias tan íntimas y personales?
Mi visión
Todo comienza con uno de esos planos secuencia maravillosos que sirve tanto para presentarnos a su protagonista como para sumergirnos por completo en el momento vital al que se enfrenta Nelly: la muerte de su abuela. Una persona a con la que tiene una estrecha relación sentimental, a la vez que se incide en un distanciamiento con su madre Marion a la que se nos presenta de espaldas a la cámara remarcando ese detalle.
Tras este bonito y necesario preámbulo, empieza la inmersión en un espacio-tiempo casi mágico que va a ser el protagonista del resto de la película. Nelly se traslada con sus padres a la casa de su abuela (magnífica esa transición en el coche que casi sin palabras nos muestra la conexión emocional entre madre hija compartiendo una sencilla merienda). Una vez llegadas a la pequeña casa donde su madre Marion pasó su infancia, el escenario provoca una doble reacción: en Marion que se ve rodeada de sus recuerdos más íntimos en un tiempo y con unas personas que ya no volverán; y en Nelly, que empieza a darse cuenta que su madre también tuvo 8 años y en la dimensión de la pérdida que acaba de producirse.
Las emociones surgen poco a poco y podemos disfrutar de algunos diálogos tan sencillos como impactantes, como el momento en el que Nelly cuenta a su madre que no pudo despedirse de su abuela como le hubiera gustado, o el momento en el que se cuentan los miedos de cada uno. Hay una frase preciosa que es algo así como “a veces los secretos son secretos solo porque no tienes a quién contárselos”
La situación puede con Marion y desaparece repentinamente, o mejor dicho desaparece temporalmente para reaparecer como la Marion que también tuvo 8 años y que ahora tiene la oportunidad de compartir una especial amistad con su hija en un momento tan delicado de su vida como es el que supone afrontar una operación a una edad tan temprana.
Llegados a este punto quisiera compartir con vosotros una duda trascendental que cruzó por mi mente en cierto punto de la película ¿Es la hija la que tiene la ensoñación¿ ¿Y por qué no podría una fantasía de la madre que desaparece del escenario repentinamente para volver a reescribir su infancia y encontrarse allí con su hija? ¿No era la casa donde transcurrió su infancia junto a su madre recién fallecida? ¿No podía ser un viaje astral tras volver a encontrarse junto a su hija con sus viejos cuadernos del colegio, los libros que leía y descubrir ese papel pintado amarillento tras el aparador de la cocina?
Volviendo a la película vemos como florece la amistad entre madre e hija, con muchas referencias interesantes como ese juego de teatro que desarrollan y del que me gustaría que me dierais vuestra interpretación.
En el tramo final de la película veremos la única escena en la que aparece la música, casi justo después de que Marion le pida a Nelly que le deje escuchar “la música del futuro”. Esta escena con la barca en el lago es bastante onírica y aunque no rompe el ritmo si que creo que desentona un poco con el resto de la película: otro escenario, surge la música de fondo, etc… supongo que quiere remarcar que el futuro es para ellas, para la madre y para la hija, y pasar por debajo de esa estructura es como atravesar una puerta a una nueva dimensión en su relación. (Aquí tuve un ligero deja-vu del puente que atraviesa Chihiro, además, que la directora ha reconocido la influencia de Miyazaki en esta película).
Y si te apetece seguir leyendo:
La película queda registrada en nuestra conciencia como un cuento, un cuento infantil para adultos o un cuento adulto para niños. Con la misma sencillez que los cuentos dejan huella en nuestras emociones y perviven en nuestra memoria, sin más artificios que un guion llevado de la forma más honesta a la pantalla, sólo al alcance de los que saben qué quieren contar y cómo lo quieren contar, en este caso con la sencilla fórmula de menos es más.
Escrito para el grupo de Telegram «No apaguen el proyector»
Ficha de la película: Petite Mamam (2021)
